junio 03, 2010

LM 16


Independencia de clase y no electoralismo pro-burgués

PARA DERROTAR AL RÉGIMEN APRA-PPC-FUJIMORISMO

INDEPENDENCIA POLÍTICA CLASISTA
Y NO ELECTORALISMO PRO-BURGUÉS



La masacre de mineros artesanales en Chala, el 4 de abril de este año, representó un nuevo episodio sangriento de la lucha entre las masas trabajadoras y el gobierno basado en la alianza parlamentaria de los partidos que lideran Alan García, Lourdes Flores y Keiko Fujimori. La matanza de Bagua en junio de 2009 señaló el punto más crítico de este enfrentamiento, aunque cada uno de estos años ha sido un recuento de presos, heridos y muertos en las filas del movimiento obrero y popular.

Luego de Bagua, la indignación y las movilizaciones de las distintas vertientes del movimiento popular (Regiones, Mineros, Campesinos, Maestros, Transportistas…) nuevamente abrieron la posibilidad de convocar una Huelga General Indefinida, pero esa no fue, una vez más, la política de la dirección de la CGTP, que volvió a desgastar a las bases en inofensivas y repetitivas marchas sin cuestionar la permanencia del gobierno antipopular. Es decir lo mismo que ha sucedido durante diez años de democracia y en general a lo largo de cuarenta años desde la reconstitución de la CGTP. Por eso en los doce meses transcurridos, y con nuevos apaleamientos, detenidos, baleados y asesinados, el movimiento de masas ha tenido que soportar más frustraciones y la supervivencia del aborrecido gobierno reaccionario.

Desde el 2006, la burocracia sindical no ha dejado de ponerse a la cola del aparato nacionalista burgués del partido de Ollanta Humala, desapareciendo todo margen para una política proletaria independiente que defienda consecuentemente los intereses de los explotados. Primero creando la Coordinadora Político Social en función de los planes electorales de Humala, ampliándola luego al Frenvidas, tratando de introducir dirigencias indígenas en esos planes. Ningún rastro de política clasista que pueda fortalecer la alianza obrero-campesina contra el régimen, ninguna intención de generar un poder de los trabajadores a partir de las masas movilizadas. En el camino, abortaron incluso un proyecto burocrático y manipulado de Asamblea de los Pueblos, a causa del eterno sectarismo de la “Izquierda” y principalmente de las disputas entre el PC y Patria Roja-MNI, que también carcomen la CGTP.


Todo por los cargos en el Estado

La clase dominante está poniendo a punto sus candidaturas para alcaldes, concejales, autoridades regionales, congresistas y presidentes. Sus candidatos municipales ya están campaña. En cambio, el movimiento obrero y popular no tiene la posibilidad de utilizar esa tribuna para defender sus verdaderas reivindicaciones y sus objetivos estratégicos, porque sus dirigentes han decidido portarse servilmente ante las candidaturas de la burguesía. En todas las ciudades y regiones los dirigentes de la CGTP y los partidos “socialistas” reformistas apoyan a candidatos ajenos a las organizaciones trabajadoras y buscan desesperadamente formar parte de esas listas.

En Lima apoyan a Susana Villarán, ex – ministra de Paniagua, gobierno privatista de Acción Popular, UPP, Somos Perú… En el resto del país corren a cobijarse en las candidaturas burguesas nacionalistas y otras semejantes que nunca beneficiarán a los trabajadores, porque su compromiso es con los grandes capitales y la conservación del Estado de los opresores. Al igual que al militar Humala, adulan al sacerdote Arana, aventurero candidato pequeño burgués.

Los trabajadores de la ciudad y del campo somos la fuerza productora de la sociedad y no necesitamos coaligarnos con representantes de sectores burgueses. La experiencia histórica demuestra que más temprano que tarde los sectores nacionalistas de la burguesía arremeten contra las masas populares que los encumbraron. Pero sucede que la burocracia sindical traidora y los líderes políticos oportunistas han hecho del arbitraje mercenario entre patrones y trabajadores, una forma de vida. Y para defender estos privilegios necesitan ampliar su poder, persiguiendo cargos con gruesas retribuciones económicas mientras negocian su respaldo a candidatos reaccionarios, como en el pasado hicieron con Fujimori (1990) y Toledo (2000). Este es el sentido de la política de Mario Huamán y de los partidos de la “Izquierda”.


La política revolucionaria

Otra debería ser la táctica electoral de las organizaciones de masas en este momento. Candidaturas obreras y populares, elegidas en asambleas representativas de bases y que defiendan un programa de grandes reivindicaciones contra los capitalistas y sus políticos, ayudarían a separar el voto proletario del voto por la burguesía. Esto sería una obligación de la dirección de la CGTP, si de verdad quisiera defender al pueblo. Sería una lección de política clasista para las nuevas generaciones de trabajadores que no han conocido forma alguna de articulación colectiva. Permitiría además proponer y discutir en las bases el programa revolucionario de acción que necesitamos para liberarnos de la explotación y de la represión.

No obstante, ninguna elección traerá la construcción del poder de los trabajadores y un nuevo Estado de los Trabajadores en reemplazo del Estado Capitalista. Esto sólo se consigue con organización y lucha de masas, con organismos que hay que crear y desarrollar como las asambleas populares, con un programa para la expropiación de la clase dominante, y con un partido obrero revolucionario que conduzca esas luchas a la victoria, a la toma del poder. La táctica electoral no es más que un instante, una circunstancia que puede ayudar a propagandizar la lucha revolucionaria, pero que nunca debe servir para reforzar el Estado de los opresores, para apoyar a sus caudillos ni para beneficiar a líderes sindicales oportunistas.


La consigna de la Asamblea Constituyente y la lucha por nacionalizar el gas

La burocracia sindical y los partidos reformistas tienen como objetivo, según sus propias declaraciones, “refundar la República, con una nueva Constitución”. Esto es, buscan lavarle la cara al actual Estado de la burguesía, para que todo continúe como está. Hablando en nombre de los explotados no plantean una República de Trabajadores sin los capitalistas y sus políticos, sino servirle a la clase dominante para maquillar su opresiva República. Ese es el significado de la campaña que realizan por una Asamblea Constituyente. Estas cúpulas añaden además la “lucha contra la corrupción” y por “la soberanía”, como banderas. La soberanía significa enfrentarse al imperialismo y derrotarlo, impedir su expoliación del país; la lucha contra la corrupción significa, precisamente, acabar con la clase dominante que actúa como agente del imperialismo, y con su Estado. Los sectores oportunistas, sin embargo, pretenden combatir al imperialismo elevando en algo los impuestos a sus transnacionales, pero garantizando su permanencia, y combatir la corrupción con más denuncias ante el corrupto Poder Judicial burgués. Sobre estas bases programáticas que defienden al Estado de la burguesía, pretenden organizar un nuevo movimiento unificado de Izquierda.

Al mismo tiempo, el Partido de los Trabajadores de la Ciudad y el Campo (PTCC) promueve también la Asamblea Constituyente, y no obstante declararse adversario de la burocracia sindical, levanta esta consigna como el supremo fruto de una amplia unidad electoral de “las izquierdas”, tratándose pues de la misma política de la burocracia. Nosotros recordamos que ya a finales de los años ’70 las cúpulas desorientaron la creciente disposición combativa de las masas, reemplazando cualquier perspectiva de poder proletario por el parlamentarismo burgués, vía la Asamblea Constituyente. De esta manera se allanó el terreno al reaccionario gobierno de Belaunde Terry (1980). Está visto que al PTCC no le preocupa repetir el vergonzoso espectáculo que dieron los partidos reformistas y centristas en aquella ocasión, ya que desempolva esta vieja fórmula exclusivamente democrático-burguesa, que sabotea la radicalización de las masas y las aleja de la revolución socialista.

Para derrotar al gobierno, al bloque parlamentario que lo sostiene, a la burguesía y a sus amos imperialistas, hay que salir a luchar por la expropiación sin pago, y bajo control de los trabajadores, de todas las empresas transnacionales. Este es el caso de la TGP que controla el gas de Camisea. El gas pertenece a los pueblos del Perú, no a la TGP ni a la alianza APRA-PPC-Fujimorismo. Para defender el gas y todos los recursos naturales, necesitamos más organización, más unidad combativa y una Huelga General Indefinida. En ese camino no es necesaria una Asamblea Constituyente, sino una Asamblea Nacional Popular que unifique a todos los oprimidos. Una Huelga Indefinida en todo el Sur fue propuesta hace unos días por el Comité de Lucha de la provincia de La Convención (Cusco) donde se encuentra Camisea, pero la burocracia PC-Patria Roja-PS la ha saboteado una vez más, convocando por enésima oportunidad a un inútil paro de 24 horas para el 17 de junio. Esta es la demostración, en la vida misma, del programa pro-capitalista de la “Izquierda”, que quiere refundar la República burguesa.


2 de junio de 2010

Colectivo Revolución Permanente en el Perú