noviembre 24, 2010

RS 6

Editorial de Revolución Socialista # 6 (Noviembre 2010)


Quién podría decir que el pueblo trabajador ha carecido de combatividad hacia el gobierno aprista. Algunas veces mejor organizado y otras espontáneamente, no ha dejado de enfrentar los continuos ataques del Ejecutivo burgués, su bloque parlamentario y su aparato judicial. En ciertos momentos consiguió incluso colocar a la defensiva al enemigo de clase, pudiendo llegar a abrirse una situación más favorable.

Ha sido más bien el recurrente boicot a esa disposición de lucha por parte de los propios dirigentes del movimiento obrero, es decir la burocracia sindical con su premeditada política de paros brevísimos, aislados y de engañosas “mesas de diálogo”, lo que produjo derrotas que le dieron suficiente respiro al régimen. En estos días hay encuestas que le otorgan a Alan García hasta un 40 % de aceptación, muy superior al índice del que gozaba Toledo en sus últimos meses. Esto es un reflejo, en la conciencia coyuntural de la población, de la decepción a que la someten estas cúpulas desprestigiadas que se han negado testarudamente a convocar una Huelga General Indefinida contra cada uno de estos gobiernos.

En sustitución de la política clasista que tendría el deber de practicar, la burocracia es siempre electoralista y servil hacia las opciones burguesas. En particular, partidos como los de Humala (PNP) y Villarán (FS) son elogiados, apoyados y obedecidos por la dirección de la CGTP, constituida de partidos reformistas pseudosocialistas. De esta manera se estafa a las masas, generándoles falsas esperanzas en proyectos comprometidos, por su naturaleza social, con los intereses capitalistas y el sostenimiento del Estado burgués. En ausencia aún de una nueva generación de activistas obreros de formación marxista, a las cúpulas les es sencillo imponer esta política ajena y contraria a la Revolución Proletaria Socialista.

La política revolucionaria se propone unir las filas de todos los explotados contra la burguesía en todas sus expresiones, según el principio marxista de la independencia de clase. Esta táctica de la acción unitaria de todas las organizaciones de trabajadores fue históricamente establecida por la Internacional Comunista, desde 1921, con el nombre de “Frente Único”. Basados en ella, los comunistas luchamos al interior del movimiento de masas por la adopción de un programa revolucionario para establecer un Estado de Trabajadores sobre las ruinas del Estado actual. Como parte de ese programa, planteamos la organización de nuevos organismos de poder como una Asamblea Popular Nacional y la construcción de un partido obrero revolucionario que asuma el liderazgo del movimiento.

Cumplido un proceso de decantamiento político y metodológico, los editores de Tribuna Clasista iniciamos la publicación de Revolución Socialista como uno de los órganos nacionales de nuestra agrupación internacional. En el período anterior el esfuerzo estuvo dirigido a intentar tender un puente entre el programa revolucionario histórico y los dispersos elementos y grupos de vanguardia que venían surgiendo. Algunos de ellos acogieron nuestra invitación a expresarse en estas páginas, otros todavía son víctimas de su propio comportamiento sectario. En este nuevo período, ya de prensa partidaria, consideramos a este trabajo una indispensable herramienta en la lucha por crear una organización revolucionaria de trabajadores en el Perú, con un programa político que sintetice la experiencia que la historia de la lucha de clases nos ofrece.

por el camino de Lenin y Trotsky

Colectivo Revolución Permanente en el Perú
Noviembre 07 de 2010

Frente único de los trabajadores contra toda la burguesía


En la lucha por la socialización de la economía del país. FRENTE ÚNICO DE LOS TRABAJADORES CONTRA TODA LA BURGUESÍA.

En la recta final del gobierno aprista, podemos constatar que los objetivos fundamentales de la clase dominante para este período se han ido cumpliendo. Especialmente la política privatizadora, proveniente de la dictadura fujimorista y del gobierno de Toledo, que ha dado otro salto exponencial mediante una ofensiva de concesiones de recursos naturales a empresas imperialistas y otros capitales extranjeros. Sólo para mencionar una cifra, hoy en día alrededor del 90 % de la amazonía peruana está concesionada y en situación parecida se encuentran la región andina y el resto del territorio.

Aunque contestada por reiteradas manifestaciones, huelgas y levantamientos populares, esta política reaccionaria ha sido sistemáticamente establecida, tanto por la alianza que mantienen el APRA, el Fujimorismo, PPC, Solidaridad Nacional, UPP, Perú Posible, Restauración Nacional y otros en el Congreso, como por la avalancha de Decretos Legislativos que esa mayoría parlamentaria delegó dictaminar al gobierno de Alan García en estos años. Dentro de esta legislación antipopular se encuentran también los decretos que criminalizan la protesta, la movilización, las paralizaciones, toda acción de respuesta a las agresiones económicas y políticas de la burguesía.

En estas condiciones ha llegado la movilización por la defensa de uno de los recursos más importantes que podría beneficiar a nuestros pueblos: el gas. La provincia cusqueña de La Convención llevó a cabo una huelga indefinida durante casi veinte días a partir del 27 de julio. Una huelga que recibió el apoyo masivo de la población de la región y la convocatoria de huelgas indefinidas semejantes en las provincias de Canchis y Espinar, que ya en meses y años anteriores habían desarrollado el mismo método de lucha. Estas huelgas, sin embargo, al no activarse en las trece provincias del Cusco y habiéndose lanzado des-sincronizadamente, no pudieron acabar con los planes del Gobierno, quedando aisladas y teniendo que suspenderse en base a falaces promesas y engaños del Ejecutivo a las organizaciones populares.

¿Por qué resulta tan sencillo que el Gobierno termine saliendo del aprieto y neutralizando la movilización de las masas? Porque son las propias direcciones burocráticas del movimiento de masas las que en este caso se oponen decididamente a una Huelga Regional Indefinida y a una Huelga Macroregional del Sur, reclamadas hace mucho por las bases trabajadoras. Se trata de la burocracia de la Federación Departamental de Trabajadores del Cusco (FDTC) en colusión con la alta dirección de la CGTP. Son quienes impiden adoptar ese combate a pesar de las firmes y superiores experiencias de huelgas indefinidas a lo largo del período aprista, como han sido por ejemplo, además de las descritas, las de Chumbivilcas, La Oroya, Moquegua, Bagua, Islay y Chala. A las direcciones sindicales burocráticas no les preocupa que estas luchas hayan sido la mejor expresión actual de la conciencia de los explotados y que sólo uniéndolas, fortaleciéndolas y extendiéndolas pueda arrancársele conquistas a la burguesía; no lo admitirán porque su única preocupación son los cargos públicos que pretenden obtener cada vez que llegan los procesos electorales.


Defender una política clasista y no servil

La lucha por el gas es la lucha por toda la riqueza nacional. No es únicamente el gas lo que está en cuestión, sino todos los recursos naturales y la riqueza generada por el pueblo trabajador de todas las regiones, riqueza que los gobiernos burgueses obsequian a los amos imperialistas al precio de su corrupción. Observemos los casos de las empresas estatales, para comprobar que la ofensiva privatizadora sigue en marcha y se pretende liquidar Sedapal, las eléctricas, Corpac, o Enapu (en la línea de la concesión fraudulenta del puerto de Paita).

No hay solución para los trabajadores sin la socialización de la economía, sin que todas las áreas productivas se encuentren en manos de un nuevo Estado de los Trabajadores. El capitalismo, el sistema de la propiedad privada de los medios de producción, significa siempre desempleo, sobreexplotación, salarios ínfimos y permanente pobreza. Es imprescindible acabar con esta economía capitalista en el país y para ello hay que expropiar las empresas imperialistas, los capitales extranjeros y los grandes capitales nacionales, sin retribución económica (pues son bienes que pertenecen legítimamente al pueblo), poniéndolos a funcionar bajo el control directo de sus trabajadores.

El único camino para alcanzar esta meta es luchar con una política que sea independiente de todos los sectores de la burguesía, no con la política colaboracionista y servil que ha caracterizado a las dirigencias del movimiento obrero y popular. Sólo la independencia política de los trabajadores, movilizándonos por nuestras propias reivindicaciones y programa, puede garantizar que habrá victorias. De lo contrario los resultados de las luchas beneficiarán, como hasta ahora, a ciertas fracciones de la clase dominante y no a los explotados.

El fin de las concesiones, la anulación de los TLCs, un salario que cubra la canasta familiar, la desaparición de los services, salud y educación públicas, gratuitas y de calidad, servicios públicos a precios populares, el desconocimiento de la deuda externa…, sólo serán conseguidos sin doblegarse ante los sectores burgueses que se autodefinen como “nacionalistas”, “democráticos”, “progresistas” o “centro-izquierdistas”, los cuales persiguen sus objetivos particulares y atacarán - tanto económica como represivamente - a las masas productoras desde los puestos que logren alcanzar en el actual Estado.

Sus objetivos no son los nuestros, sus métodos tampoco. No son sectores proletarios ni pretenden una sociedad socialista. No nos representan pero sí demandan desesperadamente nuestro apoyo electoral para preservar el Estado capitalista. Por eso el combate contra todos los opresores requiere de una firme táctica de Frente Único entre todos los trabajadores de la ciudad y del campo.


Frente Único combativo y no electoralismo tras el nacionalismo burgués

La responsabilidad de asegurar la unidad de las filas trabajadoras en todas partes, para combatir los proyectos de la burguesía y derrotarlos, corresponde siempre a las direcciones sindicales, especialmente por supuesto a los dirigentes de la central mayoritaria, la CGTP. Pero en lugar de cumplir ese rol, la burocracia del PC y Patria Roja, encabezada por Mario Huamán, ha invertido varios años en propiciar el oportunismo electorerista y rendirse ante el nacionalismo burgués de Ollanta Humala. Ha pretendido convertir artificialmente y por todos los medios, a este miembro de la élite militar y social, en un caudillo del movimiento obrero y popular. Lejos de defender los objetivos y métodos de clase, el propio Huamán, con esa política de postración, se ha hecho designar por la Federación de Construcción Civil para ocupar algún cupo en la futura plancha presidencial de Humala. Adicionalmente, el PC y Patria Roja han llevado a la Alcaldía de Lima a Fuerza Social de Susana Villarán, otra versión partidaria burguesa ya comprometida con los reaccionarios gobiernos privatizadores de Paniagua y Toledo, ahora en alianza con el movimiento pequeño burgués del sacerdote Arana. Para los gobiernos regionales de Arequipa, Cusco o Junín, ha sucedido algo semejante. Qué gran demostración claudicante y pro-burguesa de parte de la tradicional izquierda reformista.

En ese camino, además, la cúpula de la CGTP no ha optado nunca por impulsar la construcción de organismos de poder trabajador como las Asambleas Populares o los Comités de Lucha o Huelga provinciales. Menos por preparar algo superior a las reiteradas e inútiles manifestaciones o paros de un día, como sería una Huelga General Indefinida. Más bien ha llevado de fiasco en fiasco a la vanguardia del movimiento popular: la creación de la Coordinadora Político Social para favorecer al Partido Nacionalista, la destrucción de la iniciativa por una “Asamblea Nacional de los Pueblos” a causa de la propia pugna inter-burocrática PC vs. Patria Roja, la creación de una nueva sigla pro-PNP, el Frenvidas, absolutamente esposada de pies y manos por la política humalista burguesa. No es necesario ser muy zahorí para saber que ese mismo destino le espera al nuevo membrete “Comité Nacional de Lucha en defensa de la Soberanía, los Recursos Naturales y el Medio Ambiente”, abocado a buscar un Referéndum sobre el Gas que la burguesía puede fácilmente sabotear sin tener que resignarse a obedecer su resultado.

Sin voluntad para construir el poder de los trabajadores por medio de nuevos y masivos organismos que nos representen democráticamente en las luchas, a la dirigencia oportunista sólo le ocurre pretender la reforma del Estado de la burguesía mediante una Asamblea Constituyente que “refundaría la República” de los opresores. Este es el señuelo que presentan como panacea, escondiendo que jamás las conquistas históricas de los pueblos han provenido de la provisional existencia de ese tipo de entidades al servicio de la clase dominante, sino de la derrota política (y en algún momento militar) de este enemigo de clase. No de intentar refaccionar lo que hace casi doscientos años fundaron los antiguos oligarcas peruanos, sino de crear un Estado del proletariado por medio de la revolución social, lo que implica levantar un organismo de frente único que pueda ir convirtiéndose en el centro del nuevo Estado, una Asamblea Popular Nacional, opuesta a los poderes burgueses del Gobierno, el Congreso y el Poder Judicial. Al mismo tiempo, para que una táctica electoral tenga algún sentido progresivo clasista, la dirección de la CGTP, es decir el PC y Patria Roja, deben romper toda sujeción a cualquier partido burgués o pequeño burgués, llamando a crear una Candidatura del movimiento obrero y popular, con candidatos elegidos en asambleas democráticas de bases.

El camino del frente único, de la unidad combativa de los trabajadores, es un camino revolucionario, el camino de la Revolución Socialista. Por eso la clase obrera necesita su Partido revolucionario, lo mejor de sus activistas reunidos en torno a un programa de ruptura con el capitalismo y que impulse la alianza obrero – campesina para hacerse del poder político. Sólo así las pequeñas conquistas de hoy no acabarán perdiéndose como en el pasado y toda lucha tendrá un verdadero sentido histórico socialista. A trabajar por construir esa organización con un genuino programa comunista convocamos a nuestros compañeros de todas las luchas, trabajadores y estudiantes.

Publicado en Revolución Socialista # 6 (Noviembre 2010)

Elecciones 2010 – 2011: Un enfoque marxista. El nefasto papel de la "izquierda" y el frentepopulismo.

El proceso electoral burgués, con sus clásicos acomodos y reacomodos, una vez más nos permite apreciar hasta donde están dispuestas a llegar con su traición las actuales dirigencias del movimiento obrero y popular. Las masas movilizadas, agobiadas por la miseria galopante e irreversible dentro del marco capitalista, reiteradamente vienen siendo conducidas a callejones sin salida por burócratas y caudillos cuyas políticas se derivan de la preservación de sus privilegios y desembocan en el sostenimiento del orden burgués.

Es un hecho que las masas trabajadoras en su gran mayoría aun abrigan esperanzas en las elecciones burguesas, por lo tanto, si demandan una alternativa electoral son sus organizaciones las llamadas a unirse para lanzar candidaturas propias sin incluir a representantes de la burguesía. Además, la presentación de candidaturas debería ser una expresión democrática de la voluntad de las bases, desterrando el viejo autoritarismo impuesto por las burocracias sindicales y políticas. Esta forma de erigir una expresión electoral clasista ni de lejos es insinuada por la burocracia sindical; en julio el Secretario General de la CGTP Mario Huamán declaraba a la prensa: “Conversé con el padre Marco Arana, con todas las izquierdas y con el Partido Nacionalista. (...) Reitero, no debe haber ocho candidaturas del sector popular o progresista, deben hacerse los esfuerzos para forjar una sola” (1) , desconociendo que los trabajadores, fuerza productora de la sociedad, jamás deben coaligarse con sectores de la burguesía que una vez en el poder siempre arremeten contra ellos.

El apoyo crítico:
Para los comunistas es claro que la construcción del poder de los trabajadores jamás será por la vía electoral, ya que son los propios trabajadores de la ciudad y el campo quienes deben levantar organismos de confluencia y autodeterminación de masas encaminados a desarrollar su poder político, órganos incompatibles y enfrentados desde el principio con la burguesía y sus instituciones. No existe vía alternativa; el Estado burgués sólo caerá mediante la lucha de las masas organizadas y bajo la conducción de un partido obrero revolucionario. Sin embargo, una táctica electoral consecuente con los intereses de los explotados puede permitir ganar valiosas lecciones de organización política, principalmente a los trabajadores más jóvenes, creando además un espacio dinámico para la discusión y difusión de un programa político revolucionario.

El apoyo crítico no se encuentra fuera del repertorio revolucionario, por ejemplo se le podría brindar a un partido reformista de trabajadores eventualmente enfrentado con una candidatura burguesa, pero criticando abiertamente su programa político reformista (pro burgués) o centrista y sólo si dicho partido cuenta con la simpatía de una porción considerable de las masas. Pero en este momento la situación es muy distinta, los parásitos a la cabeza de las organizaciones obreras obedeciendo a sus apetitos personales llaman a votar por candidatos de partidos burgueses, ante esta política colaboracionista sólo existe lugar para el más enérgico repudio.

Los autoproclamados “socialistas” mantienen un enfoque muy distinto y no tardaron en apoyar, “críticamente” en algunos casos y plenamente en otros, a las denominadas candidaturas “alternativas” o “progresistas” vale decir a la izquierda burguesa. Esa es la táctica electoral del variopinto revisionismo seudo marxista, lo lamentable es que muchos jóvenes en sus filas, tan entusiastas como desorientados siguen dispuestos a seguir esta errada política, tal como ocurrió en las pasadas elecciones municipales y regionales.

Otras opciones… ¿Pizango?
Para los contestatarios y “anti neoliberales” las opciones electorales no se limitan a Villarán, ya coronada con un apretado triunfo, Ollanta Humala o el cura Arana, también tienen a Pizango ¡Caray! Y cómo no apoyarlo si sería el supuesto artífice de levantar en armas a las heroicas masas indígenas en el histórico “Baguazo”, aunque poco después él mismo lo negara rotundamente: “Yo estuve en contra de la toma de carreteras, yo siempre he manifestado eso (…) si me hubieran dicho vamos a matar yo estoy en contra de eso, cuando sucedieron estos hechos lamentables y me comenzaron a perseguir yo dije ¡que culpa tengo yo! ¡Acaso yo he mandado a matar!” (2) .

Un joven activista convencido que Alberto Pizango es un aliado natural de la revolución, me esbozó algunos detalles de su vida; perteneciente a la etnia Shawi, desde los 17 años maestro de escuela en su comunidad, padre de familia con cuatro hijos, más tarde como presidente de la Aidesep (3) asumió una oposición recalcitrante frente al gobierno aprista y su intención de saquear los recursos naturales amazónicos. “¡Pizango es un representante genuino de nuestro pueblo!” me increpaba, eso es cierto, pero lo relevante es que sus aspiraciones son meramente reformistas y si bien los choques más duros que su posición ha tenido con el gobierno fueron fruto de la justificada defensa de los ancestrales territorios indígenas sus perspectivas jamás trascendieron el marco capitalista.

El enfrentamiento en “la curva del diablo” donde decenas de hermanos nativos ofrendaron sus vidas, sirvió para demostrar que la población indígena levantada en armas estaba muy por delante de sus dirigentes, quienes consideran que la insurrección consiste en lanzar a las masas contra las huestes de la burguesía (policía – fuerzas armadas) para conseguir una mísera concesión gubernamental.

Luego del heroico “Baguazo” vinieron las humillantes “mesas de negociación” y el gobierno de García volvía a respirar con relativa tranquilidad, ¡punto para el Estado Burgués!. Quedando claro que el movimiento indígena amazónico tiene en su actual dirigencia un pesado lastre del que debe desembarazarse lo antes posible.

Para los revolucionarios, por el contrario, la insurrección de las masas organizabas tiene como objetivo destruir por completo el poder burgués, esta magna tarea sólo podrá realizarse bajo la dirección de un partido revolucionario de carácter proletario, ya que los intereses de la clase obrera chocan directamente con los de la burguesía. Este tipo de partido es el único capaz de conducir y evitar el extravío de los explotados en el camino hacia su emancipación plena. No existe un instrumento político alternativo, el resto son ilusiones que hace tiempo debieron pulverizarse bajo el peso de la experiencia histórica.

El frentepopulismo, una traición a todos los explotados:
El frentepopulismo, es decir la alianza programática entre representantes de la burguesía y organizaciones de trabajadores (bajo el dominio socialdemócrata o stalinista) constituye una flagrante traición a los explotados, ya que el bloque en su conjunto siempre responde a intereses burgueses, lo que desemboca en un inevitable retroceso del movimiento de masas. Los antecedentes de esta política colaboracionista se remontan a la década del 30, cuando en Francia (4) y España (5) las direcciones stalinistas y socialistas desviaron al movimiento obrero hacia la colaboración con la burguesía enmascarándola como una alianza del proletariado con la clase media.

En Francia el Frente Popular fue un instrumento útil para contener el ascenso de masas mediante algunas concesiones a los trabajadores (reconocimiento del derecho sindical, aumento irrisorio de salarios, etc.). En España otro nefasto frente popular apoyado por stalinistas, socialdemócratas y anarquistas se encargó de anular la posibilidad de una revolución proletaria en el marco de la Guerra Civil (1936 – 1939), además desarmó al proletariado organizado facilitando el ascenso del ultrareaccionario régimen franquista.

Las políticas frentepopulistas, aun cuando no colocan a sus representantes a la cabeza del Estado burgués contribuyen a su sostenimiento, por ejemplo en Argentina la denominada Izquierda Unida (1988), engendro del MAS (Movimiento al Socialismo) y el PC, a pesar del rotundo fracaso electoral (6) brindó su cuota en aras de la estabilidad del Estado burgués pregonando a los cuatro vientos que era necesario “democratizarlo” negando la necesidad de destruirlo. La IU (7) en Perú (1980 - 1995) también le permitió al Estado burgués superar momentos críticos, desviando la atención de las masas e impidiendo el surgimiento de órganos de poder proletario. Como “oposición” sirvió de contrapeso estabilizador a la “democracia” burguesa; la IU jamás planteó el derrocamiento de los gobiernos burgueses con los que convivió, por el contrario, estableció una relación simbiótica con ellos basada en “jugar a la oposición”, así sostuvieron al gobierno genocida y corrupto de Alan García (1985 - 1990), llamando luego a votar por Fujimori (1990) cuyo régimen ultrareaccionario asestaría durísimos embates al movimiento obrero que aun no logra superar.

Los años han pasado y en Lima, nos tomó por sorpresa la candidatura de frente popular presentada por un improvisado partido burgués “Fuerza Social”, que de la mano del PC, Patria Roja – MNI, etc. se convertía en la segunda expresión visible de la izquierda burguesa después del Partido Nacionalista Peruano. Y si bien dentro de este sector existieron algunos “coqueteos”, en estos meses tampoco faltaron los desplantes públicos, siendo incierta la conformación de un frente popular unificado a nivel nacional. Pero es un hecho que la burocracia sindical y los partidos reformistas enquistados en el seno del movimiento obrero continuarán pactando con diversos sectores de la burguesía bloqueando así el surgimiento de la independencia política de los trabajadores.

Nos encontramos en meses aleccionadores en los cuales caudillos, burócratas, reformistas y revisionistas de toda laya exhibirán de cuerpo entero su oportunismo. ¡Estemos atentos! Hoy la demagogia barata satura los medios de comunicación, inunda las calles y las plazas, irrumpe en las asambleas de base, y no proviene sólo de los vasallos del imperialismo, incapaces ya de ocultar sus intenciones, sino también de aquellos burócratas agentes de la burguesía que explotan al máximo la influencia que aun mantienen sobre las organizaciones de los trabajadores y de farsantes “progresistas” que se amparan en la actual desorientación de los explotados.


Carlos García M.


Notas:

(1) Diario “La República” 13 de julio de 2010.
(2) Entrevista emitida por “Cuarto poder” (Canal 4) el 30 de mayo de 2010.
(3) Asociación Interétnica para el Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP); reúne a más de 1,300 comunidades indígenas y casi medio centenar de etnias aborígenes. La AIDESEP es un importante movimiento indígena pero uno de sus principales problemas son las ONGs burguesas que la instrumentalizan.
(4) El Frente Popular de Francia (1935 - 1938): coalición política de socialdemócratas (PSU), comunistas (PC), organizaciones de trabajadores (CGT y CGTU) y la burguesía (El Partido Radical fue el más importante). Ganó las elecciones parlamentarias en mayo de 1936 con Léon Blum como Primer Ministro.
(5) El Frente Popular de España (1935 - 1939), coalición entre partidos burgueses liberales (Izquierda Republicana de Manuel Azaña, la Unión Republicana de Martínez Barrio, Esquerra Republicana de Catalunya de Lluís Companys) y los partidos Socialista y Comunista, con apoyo de los anarquistas y el centrista Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM. El frente popular ganó las elecciones en febrero de 1936 y se mantuvo en el gobierno hasta el fin de la Guerra Civil Española.
(6) Argentina; en las elecciones presidenciales del 14 de mayo de 1989 el candidato de la Izquierda Unida, Néstor Vicente, logró 409,751 votos, apenas el 2,45% del total de electores. Resultando triunfador por el Frente Justicialista de Unidad Popular el peronista de derecha Carlos Saúl Menem.
(7) La Izquierda Unida (IU) en Perú estuvo integrada partidos del movimiento obrero: PC, UNIR (Patria Roja), PCR, FOCEP, UDP (después PUM) y de la izquierda burguesa: PSR (Velasquismo), MAS (de H. Pease, R. Ames y G. Helfer), APS (de G. Mohme).


Publicado en Revolución Socialista # 6 (Noviembre 2010)

junio 03, 2010

LM 16


Independencia de clase y no electoralismo pro-burgués

PARA DERROTAR AL RÉGIMEN APRA-PPC-FUJIMORISMO

INDEPENDENCIA POLÍTICA CLASISTA
Y NO ELECTORALISMO PRO-BURGUÉS



La masacre de mineros artesanales en Chala, el 4 de abril de este año, representó un nuevo episodio sangriento de la lucha entre las masas trabajadoras y el gobierno basado en la alianza parlamentaria de los partidos que lideran Alan García, Lourdes Flores y Keiko Fujimori. La matanza de Bagua en junio de 2009 señaló el punto más crítico de este enfrentamiento, aunque cada uno de estos años ha sido un recuento de presos, heridos y muertos en las filas del movimiento obrero y popular.

Luego de Bagua, la indignación y las movilizaciones de las distintas vertientes del movimiento popular (Regiones, Mineros, Campesinos, Maestros, Transportistas…) nuevamente abrieron la posibilidad de convocar una Huelga General Indefinida, pero esa no fue, una vez más, la política de la dirección de la CGTP, que volvió a desgastar a las bases en inofensivas y repetitivas marchas sin cuestionar la permanencia del gobierno antipopular. Es decir lo mismo que ha sucedido durante diez años de democracia y en general a lo largo de cuarenta años desde la reconstitución de la CGTP. Por eso en los doce meses transcurridos, y con nuevos apaleamientos, detenidos, baleados y asesinados, el movimiento de masas ha tenido que soportar más frustraciones y la supervivencia del aborrecido gobierno reaccionario.

Desde el 2006, la burocracia sindical no ha dejado de ponerse a la cola del aparato nacionalista burgués del partido de Ollanta Humala, desapareciendo todo margen para una política proletaria independiente que defienda consecuentemente los intereses de los explotados. Primero creando la Coordinadora Político Social en función de los planes electorales de Humala, ampliándola luego al Frenvidas, tratando de introducir dirigencias indígenas en esos planes. Ningún rastro de política clasista que pueda fortalecer la alianza obrero-campesina contra el régimen, ninguna intención de generar un poder de los trabajadores a partir de las masas movilizadas. En el camino, abortaron incluso un proyecto burocrático y manipulado de Asamblea de los Pueblos, a causa del eterno sectarismo de la “Izquierda” y principalmente de las disputas entre el PC y Patria Roja-MNI, que también carcomen la CGTP.


Todo por los cargos en el Estado

La clase dominante está poniendo a punto sus candidaturas para alcaldes, concejales, autoridades regionales, congresistas y presidentes. Sus candidatos municipales ya están campaña. En cambio, el movimiento obrero y popular no tiene la posibilidad de utilizar esa tribuna para defender sus verdaderas reivindicaciones y sus objetivos estratégicos, porque sus dirigentes han decidido portarse servilmente ante las candidaturas de la burguesía. En todas las ciudades y regiones los dirigentes de la CGTP y los partidos “socialistas” reformistas apoyan a candidatos ajenos a las organizaciones trabajadoras y buscan desesperadamente formar parte de esas listas.

En Lima apoyan a Susana Villarán, ex – ministra de Paniagua, gobierno privatista de Acción Popular, UPP, Somos Perú… En el resto del país corren a cobijarse en las candidaturas burguesas nacionalistas y otras semejantes que nunca beneficiarán a los trabajadores, porque su compromiso es con los grandes capitales y la conservación del Estado de los opresores. Al igual que al militar Humala, adulan al sacerdote Arana, aventurero candidato pequeño burgués.

Los trabajadores de la ciudad y del campo somos la fuerza productora de la sociedad y no necesitamos coaligarnos con representantes de sectores burgueses. La experiencia histórica demuestra que más temprano que tarde los sectores nacionalistas de la burguesía arremeten contra las masas populares que los encumbraron. Pero sucede que la burocracia sindical traidora y los líderes políticos oportunistas han hecho del arbitraje mercenario entre patrones y trabajadores, una forma de vida. Y para defender estos privilegios necesitan ampliar su poder, persiguiendo cargos con gruesas retribuciones económicas mientras negocian su respaldo a candidatos reaccionarios, como en el pasado hicieron con Fujimori (1990) y Toledo (2000). Este es el sentido de la política de Mario Huamán y de los partidos de la “Izquierda”.


La política revolucionaria

Otra debería ser la táctica electoral de las organizaciones de masas en este momento. Candidaturas obreras y populares, elegidas en asambleas representativas de bases y que defiendan un programa de grandes reivindicaciones contra los capitalistas y sus políticos, ayudarían a separar el voto proletario del voto por la burguesía. Esto sería una obligación de la dirección de la CGTP, si de verdad quisiera defender al pueblo. Sería una lección de política clasista para las nuevas generaciones de trabajadores que no han conocido forma alguna de articulación colectiva. Permitiría además proponer y discutir en las bases el programa revolucionario de acción que necesitamos para liberarnos de la explotación y de la represión.

No obstante, ninguna elección traerá la construcción del poder de los trabajadores y un nuevo Estado de los Trabajadores en reemplazo del Estado Capitalista. Esto sólo se consigue con organización y lucha de masas, con organismos que hay que crear y desarrollar como las asambleas populares, con un programa para la expropiación de la clase dominante, y con un partido obrero revolucionario que conduzca esas luchas a la victoria, a la toma del poder. La táctica electoral no es más que un instante, una circunstancia que puede ayudar a propagandizar la lucha revolucionaria, pero que nunca debe servir para reforzar el Estado de los opresores, para apoyar a sus caudillos ni para beneficiar a líderes sindicales oportunistas.


La consigna de la Asamblea Constituyente y la lucha por nacionalizar el gas

La burocracia sindical y los partidos reformistas tienen como objetivo, según sus propias declaraciones, “refundar la República, con una nueva Constitución”. Esto es, buscan lavarle la cara al actual Estado de la burguesía, para que todo continúe como está. Hablando en nombre de los explotados no plantean una República de Trabajadores sin los capitalistas y sus políticos, sino servirle a la clase dominante para maquillar su opresiva República. Ese es el significado de la campaña que realizan por una Asamblea Constituyente. Estas cúpulas añaden además la “lucha contra la corrupción” y por “la soberanía”, como banderas. La soberanía significa enfrentarse al imperialismo y derrotarlo, impedir su expoliación del país; la lucha contra la corrupción significa, precisamente, acabar con la clase dominante que actúa como agente del imperialismo, y con su Estado. Los sectores oportunistas, sin embargo, pretenden combatir al imperialismo elevando en algo los impuestos a sus transnacionales, pero garantizando su permanencia, y combatir la corrupción con más denuncias ante el corrupto Poder Judicial burgués. Sobre estas bases programáticas que defienden al Estado de la burguesía, pretenden organizar un nuevo movimiento unificado de Izquierda.

Al mismo tiempo, el Partido de los Trabajadores de la Ciudad y el Campo (PTCC) promueve también la Asamblea Constituyente, y no obstante declararse adversario de la burocracia sindical, levanta esta consigna como el supremo fruto de una amplia unidad electoral de “las izquierdas”, tratándose pues de la misma política de la burocracia. Nosotros recordamos que ya a finales de los años ’70 las cúpulas desorientaron la creciente disposición combativa de las masas, reemplazando cualquier perspectiva de poder proletario por el parlamentarismo burgués, vía la Asamblea Constituyente. De esta manera se allanó el terreno al reaccionario gobierno de Belaunde Terry (1980). Está visto que al PTCC no le preocupa repetir el vergonzoso espectáculo que dieron los partidos reformistas y centristas en aquella ocasión, ya que desempolva esta vieja fórmula exclusivamente democrático-burguesa, que sabotea la radicalización de las masas y las aleja de la revolución socialista.

Para derrotar al gobierno, al bloque parlamentario que lo sostiene, a la burguesía y a sus amos imperialistas, hay que salir a luchar por la expropiación sin pago, y bajo control de los trabajadores, de todas las empresas transnacionales. Este es el caso de la TGP que controla el gas de Camisea. El gas pertenece a los pueblos del Perú, no a la TGP ni a la alianza APRA-PPC-Fujimorismo. Para defender el gas y todos los recursos naturales, necesitamos más organización, más unidad combativa y una Huelga General Indefinida. En ese camino no es necesaria una Asamblea Constituyente, sino una Asamblea Nacional Popular que unifique a todos los oprimidos. Una Huelga Indefinida en todo el Sur fue propuesta hace unos días por el Comité de Lucha de la provincia de La Convención (Cusco) donde se encuentra Camisea, pero la burocracia PC-Patria Roja-PS la ha saboteado una vez más, convocando por enésima oportunidad a un inútil paro de 24 horas para el 17 de junio. Esta es la demostración, en la vida misma, del programa pro-capitalista de la “Izquierda”, que quiere refundar la República burguesa.


2 de junio de 2010

Colectivo Revolución Permanente en el Perú

mayo 02, 2010

1 de mayo 2010: Por la Revolución Socialista

El capitalismo implica desempleo, reacción,
destrucción del medio ambiente y guerra

El rescate del capitalismo prepara la próxima crisisDesde 1989 y desde la restauración del capitalismo, gracias a la ofensiva del imperialismo occidental y de las burocracias dominantes de la URSS, Europa del Este y China, la perspectiva del comunismo se suponía enterrada. Con todo, el triunfo de la burguesía mundial habrá sido de corta duración. La multiplicación de crisis locales y finalmente crisis económica de 2008 sacudió el mito según el cual el capitalismo garantizaría la democracia y la prosperidad a la humanidad. Brutalmente, una gran parte de los equipos de las empresas dejó de funcionar y se lanzaron a 34 millones de trabajadores fuera de la producción, mientras que las necesidades de la humanidad siguen estando insatisfechas.
Cualquiera que sea su composición política, todos los gobiernos al servicio del capital, ayer "liberales" cuando se trataba de desmontar las conquistas previas del proletariado, se habían convertido en repentinamente "keynesianos" para salvar su sistema financiero y su industria automóvil. Así pues, los Bancos Centrales y los Gobiernos financiaron generosamente a los bancos y a las compañías de seguros: un plan de 700 mil millones de dólares en septiembre de 2008 en los Estados Unidos, los planes de un total de 1 billón 700 mil millones de euros en Europa en octubre de 2008. No era cuestión de expropiar, ni incluso de nacionalizar. La propiedad privada es sacrosanta cuando se trata de los buitres del capitalismo; por el contrario, cientos de miles de familias trabajadoras fueron expulsadas de sus viviendas en los Estados Unidos, en España y en otros lugares. El Estado federal norteamericano acaba de completar la ayuda a los grupos de aseguradoras privadas, garantizando a partir del 2014 su financiación regular con dinero público. El nuevo sistema de salud excluirá a los inmigrantes sin papeles y no se hará cargo de los abortos.
El rescate público de sectores enteros del capital no hace más que diferir la crisis, ya que la plusvalía mundial obtenida por la explotación del proletariado no es bastante importante para garantizar una tasa de ganancia suficiente para la masa total de capital existente. Por la reducción espectacular de los "tipos directores" y la financiación a ventanilla abierta de los bancos, los Estados burgueses reprodujeron incluso las condiciones de las burbujas especulativas en el origen de las múltiples crisis financieras locales de las dos últimas décadas y de la reciente crisis mundial.

Un respiro para el capitalismo, obtenido atacando a la clase obrera
La OIT anunció en enero que el desempleo había alcanzado una marca de 212 millones de personas en el mundo. A pesar del ligero repunte del crecimiento en las viejas potencias imperialistas, el FMI preveía en abril una tasa de desempleo del 9% para los países imperialistas y sus satélites en 2010 y 2011. La OCDE menciona el riesgo de una "generación sacrificada".
La destrucción del capital ha sido limitada por los Estados; la recuperación económica mundial resulta sobretodo de una destrucción masiva de capital y del aumento de la explotación de los trabajadores. El crecimiento espectacular del ejército de reserva del capitalismo sirve a las empresas para someter a los trabajadores que conservan su empleo a una intensificación del trabajo, o incluso a una prolongación del tiempo de trabajo y a una reducción de sus rentas directas (salarios netos) e indirectas (beneficios sociales). Un índice es el aumento de la productividad laboral en los Estados Unidos, que alcanzaría más de un 6% anual.
Además los déficit presupuestarios y las deudas públicas se acrecientan, puesto que la burguesía y la capa superior de la pequeña burguesía, que pagaban ya pocos impuestos, se niegan a sufragar los gastos del rescate público de sus empresas y de la economía capitalista nacional. Entonces estas clases prestan dinero a los Estados y los Estados les pagan intereses. La carga del reembolso de la deuda pública, que se realiza al mismo tiempo que el enriquecimiento suplementario de los más ricos, vuelve a caer sobre la clase obrera y las capas inferiores de la pequeña burguesía.
Es decir, la clase obrera paga el precio de la crisis de los capitalistas: para todos los trabajadores viene la subida de los impuestos y precios; el desempleo para los unos, el aumento de la explotación para otros; para muchos, la reducción de los salarios; para algunos, el apartheid generalizado por su transformación en delincuentes a falta de permisos de residencia, el encarcelamiento en "campos de retención" o incluso la muerte por tener que emigrar.

La destrucción del medio ambiente continúaLa pequeña minoría capitalista continúa, por su parte, desplazándose libremente de un punto a otro del planeta, sin preocuparse de derrochar los recursos naturales en sus golfs, sus yates, sus jets privados, etc. En diciembre de 2009, la cumbre de Copenhague sobre "el cambio climático" conoció un fracaso completamente previsible, a causa sobre todo de los dos Estados cuyo capitalismo emite más gas de efecto invernadero, China y los Estados Unidos. Por el contrario, la conservación del medio ambiente sirve de argumento a las potencias europeas para amenazar a sus competidores, en particular a China, con medidas proteccionistas y para garantizar una salida a sus trenes de alta velocidad, sus equipos de tratamiento de agua y residuos, sus centrales nucleares, sus aeromotores y sus módulos fotovoltaicos.
Pero, para todos los gobiernos, no es cuestión, a la hora de la vuelta a las viejas recetas nacionales del keynesianismo, de penalizar su propio capitalismo, pues el futuro de la especie humana estaría en juego. En los Estados Unidos, China, Alemania, Francia, Italia, el Estado burgués voló en seguida en ayuda de sus grupos automotrices, para estimular la compra de nuevos vehículos (entre ellos la mayoría consumidores de energía no renovable y emisores de gas de efecto invernadero), o incluso por subvenciones directas. La amenaza del agotamiento de recursos petrolíferos ha conducido a la utilización creciente de aceite vegetal como combustible, que causa, sea la destrucción del bosque tropical (Malasia, Indonesia, Brasil...), sea la disminución de cultivos alimenticios.
Durante este tiempo, las distintas corrientes políticas ecologistas intentan culpabilizar a los trabajadores de los países avanzados preconizando la modificación de los comportamientos individuales y hasta predican la resignación a la pobreza a las masas de los países dominados por el imperialismo. Los distintos partidos ecologistas establecen alianzas, a veces con los partidos burgueses, a veces con los partidos obreros reformistas, siempre en le terreno del capitalismo y del imperialismo. Por otra parte, una serie de ellos ya participaron en Gobiernos burgueses que administraban el capitalismo (Finlandia, Alemania, Francia, Italia...). Ahora bien, la conservación del medio ambiente de la raza humana exige acabar con un modo de producción cuyo motor es la ganancia, y ello impone hacerlo a escala mundial.

El deslizamiento hacia la barbarie se acentúa
Mientras que la economía, de manera irreversible, se convirtió en internacional, los Estados han intentado suprimir la crisis capitalista mundial cada uno para sí mismo. En el paroxismo de la crisis, la multiplicación de los "Consejos Europeos" de los 27 gobiernos de los estados miembros de la Unión Europea y las cumbres del G20, indican una unidad de fachada. En cada etapa de la crisis, la Unión Europea se dividió. Alemania y Japón se rearman progresivamente y salen de la subordinación militar y diplomática a los Estados Unidos, cuyo papel económico mundial disminuye desde hace décadas. China capitalista, que intenta convertirse en una potencia imperialista, choca a cada paso con el antiguo imperialismo hegemónico.
Las fronteras mantienen a menudo a los pueblos por la fuerza en la opresión y se cierran aún más a los refugiados y a los trabajadores. Toda clase de muros son construidos por las burguesías imperialistas, colonizadoras o compradoras: entre los Estados Unidos y México, entre Israel y Cisjordania, entre Egipto y la Franja de Gaza. Todas las aduanas y las policías, incluso milicias fascistas, fuerzan a los trabajadores inmigrantes a la clandestinidad. Partidos clericales o fascistizantes sirven a la burguesía para que canalice el descontento hacia cabezas de turco: inmigrantes, minorías étnicas, religiosas o sexuales. En particular, estos últimos años, Italia, España, Sudáfrica y Costa de Marfil han conocido de verdaderos progroms contra trabajadores extranjeros. Las mujeres trabajadoras y estudiantes vieron su situación deteriorarse en los países en guerra, en los que el capitalismo se reinstauró y en aquellos que están afectados por la reacción clerical.
Cientos de millones de campesinos, de refugiados, de habitantes de barrios marginales no tienen acceso a comida ni agua potable. Los Estados de los países más ricos afirman no tener bastante dinero para pagar las jubilaciones, la salud, la educación de su propia población. Reconstruir Haití e incluso Nueva Orleáns requerirá años. Erradicar el cólera o el paludismo parece fuera del alcance. Por el contrario, los gastos para los instrumentos de destrucción no conocen la crisis. Las compras de armamento de los Estados Unidos, que ya eran de 550 mil millones de dólares en 2007, superaron los 600 mil millones el 2008. En el período 2005-2009, las ventas de armas en el mundo fueron superiores en 22% a las de 2000-2004. Obama envió a 30.000 soldados norteamericanos suplementarios para reforzar la ocupación de Afganistán. El imperialismo norteamericano, el imperialismo francés, el Estado colonizador sionista que posee múltiples armas nucleares, amenazan abiertamente a Irán con una intervención militar. Bajo pretexto de la « guerra contra el terrorismo » los estados imperialistas, que son los principales terroristas, han restringido las libertades democráticas y reforzado el aparato represivo del estado hipertrofiado: las policías, los servicios secretos, los ejércitos oficiales y mercenarios...

Los trabajadores deben abrir la vía al comunismo mediante la revolución socialistaDesde hace un siglo, la propiedad privada de los medios de producción y el arcaísmo de las fronteras nacionales, no sólo frenan el desarrollo de las fuerzas productivas, sino que consiguen la destrucción periódica de éstas por las guerras y las crisis. Aunque dispersas e ineficaces a largo plazo, las intervenciones estatales a la hora de la crisis capitalista mundial indican que es indispensable que la sociedad se apropie colectivamente de los medios de creación de la riqueza y los dirija de manera consciente y planificada. La burguesía debe ser expropiada, el aparato represivo del Estado destruido, las fronteras suprimidas. Sólo la clase obrera es capaz de realizar tal tarea encabezando a todos los oprimidos.
Pero hoy, cada movimiento de la clase obrera, la juventud, los campesinos pobres, las mujeres, el pueblo oprimido, choca con la política de los nacionalistas burgueses o pequeño-burgueses, con las agencias de la burguesía en el movimiento obrero (los partidos "reformistas" de toda clase y las burocracias corrompidas que controlan los sindicatos). Las trabajadoras y los trabajadores deben restaurar la independencia de sus sindicatos, imponer la ruptura de las organizaciones de masas con la burguesía, el frente único obrero contra todos los ataques de los explotadores y de su Estado, creando y centralizando organismos de autoorganización, de autodefensa de masas y de conquista del poder. Sobre todo, es necesario que su vanguardia se reúna en un partido revolucionario internacional contra toda subordinación a la burguesía, aunque se presente como antiimperialista (Ahmadinejad, Bin Laden...) o socialista (Chávez...). Entonces, la clase obrera tomará conciencia de su fuerza y sabrá emancipar a la humanidad de la explotación, la opresión y el militarismo.

1 de mayo de 2010

Colectivo Revolución Permanente
Grupo Lucha de Clase (Austria)

marzo 01, 2010

La emancipación de los trabajadores


Nuestro grupo ha venido difundiendo el siguiente texto impreso como herramienta orientada hacia sectores de trabajadores menos politizados.

“LA EMANCIPACIÓN DE LOS TRABAJADORES SERÁ OBRA DE LOS TRABAJADORES MISMOS”
(Carlos Marx)

Durante los años 90 el movimiento obrero y popular quedó muy desarticulado, tanto en el Perú como a nivel mundial. El sistema capitalista (esta vez en su forma ‘neo-liberal’) arrasó con las conquistas sociales conseguidas a lo largo del siglo. Derechos como las pensiones, la jornada de 8 horas, mejoras en los salarios y en las condiciones de trabajo, se deterioraron o perdieron, y un profundo desaliento se apoderó de los trabajadores.

Esta grave situación de derrota fue el resultado de la política de las dirigencias tradicionales del movimiento de masas, que no dejaron de hacer una concesión tras otra a las clases dominantes durante muchas décadas. La debilidad del movimiento de los explotados, por obra de su propia dirigencia, favoreció la victoria de las medidas anti-populares y de la represión que siempre desatan los gobiernos de los explotadores.

En el plano ideológico también se produjo un tremendo retroceso. La burguesía logró diseminar el individualismo exacerbado, el arribismo, la exaltación de la usura, la carencia de escrúpulos, la insolidaridad. Los medios de comunicación al servicio del sistema tuvieron el camino libre para penetrar sin resistencia significativa en la conciencia de los orpimidos.

En todos estos años la infección ideológica capitalista se ha esparcido con una virulencia aterradora y ha terminado menguando seriamente la conciencia de clase entre el proletariado. Hay que mencionar la intoxicación acerca del “fracaso del marxismo” en el mundo. En realidad, en los países en donde se acabó económica y políticamente con los capitalistas, dominaba una élite burocrática privilegiada, y nunca se realizó el socialismo internacional que buscamos los trabajadores marxistas. Los padecimientos de los trabajadores de todos los países, sólo terminarán con el establecimiento de un sistema sin clases y sin estados en todo el mundo: el Socialismo. Por eso la lucha de los trabajadores peruanos y latinoamericanos sólo puede estar basada en la confraternidad y unión internacional con sus hermanos de clase.

Es en este escenario que aparece una nueva generación de jóvenes que no conocieron forma alguna de organización colectiva, acostumbrados a ceder frente a los embates de los patrones y a convivir con la diaria amenaza del despido arbitrario, resignados, aislados en su calvario personal. Sin embargo, sólo estamos frente a un transitorio revés, ya que nuestras actuales condiciones de vida desencadenarán inevitablemente la lucha por el resurgimiento de la organización obrera, en el taller, en la empresa, en la fábrica, allí donde nuestra vida es consumida por los patrones. Este renacimiento es una necesidad histórica y está en manos de la nueva generación, porque nuestra es la responsabilidad de construir las bases de un nuevo mundo.

De la movilización y organización de la clase obrera a la cabeza de todos los oprimidos surgirá la nueva dirección del movimiento popular, que arrancará de raíz a las burocracias traidoras y oportunistas enquistadas en las centrales sindicales (CGTP, CUT) y en otras organizaciones de masas. Asimismo, debemos abandonar toda confianza en los partidos y dirigentes que pretenden sólo la reforma del sistema y no la creación de un Estado de Trabajadores (como los partidos “de izquierda” y líderes como Huamán, Pizango, etc…), y peor aún la confianza en caudillos que son representantes de clases privilegiadas (Ollanta Humala, Marco Arana y quienes surjan en el camino), pues únicamente un partido obrero revolucionario, aun por construir, será el instrumento que nos unificará y nos conducirá a la victoria.

Compañeros y compañeras: los convocamos a luchar juntos por el fin de las privatizaciones, la desaparición de los services, un salario que cubra la canasta familiar, servicios públicos a precios populares, por salud y educación gratuitas y de calidad, por la anulación de los Tratados de Libre Comercio, la nacionalización sin pago y bajo control de sus trabajadores de todas las empresas privatizadas, la ruptura total con los imperialismos.

¡Abandonemos el derrotismo
para forjar la unidad organizada de los trabajadores!
¡Impulsemos la creación de Asambleas Populares!
¡Construyamos un partido obrero revolucionario
para conquistar un gobierno obrero y popular!
¡Proletarios del mundo, Uníos!


Febrero 2010


Colectivo Revolución Permanente en el Perúrevolucionpermanente.rp@gmail.com
http://luchamarxista.blogspot.com/